ENTREVISTA EN LA REVISTA OCTANAJE
LA PINTURA PARA MÍ ES… VIDA
TEXTO: VICENTE JIMENO
EXPONE AHORA EN LA VINOTECA BOUQUET, de Mataelpino, después de haberlo hecho en la Casa de la Cultura de Cercedilla. Y en ambos casos con éxito.
Aun descontando la recurrente crisis económica, esta joven pintora, gallega de nacimiento («del interior», matiza), cuenta por éxitos las obras que cuelgan de las paredes de la singular sala de exposiciones de la sierra madrileña. Ahora está empeñada en dar el salto desde el interés por sus pinturas y las ventas de sus cuadros a ser, como ella dice, «reconocida».
Y es que, como confiesta a OCTANAJE, «la pintura para mí es… vida».
Maricarmen Alonso González es morena y menuda, y hablando con ella nadie sería capaz de identificar su acento. Viendo sus cuadros, cualquier amante de la pintura pondría en su cara un gesto de interrogación por saber quién es la mano que mece colores y los plasma en el lienzo. Profundizando en las obras, el testigo mudo se preguntará por los estados de ánimos del autor -o autora- manejando esos sepias magistrales; o fabricando la goma de morados casi increíbles; o traduciendo de la memoria de su retina la imposible geometría del Guggenheim o de las bodegas riojanas diseñadas por Norman Foster; o, en fin, situando esas barcas que parecen haber bebido en el recuerdo de Juan Gris… Y, de pronto, te das cuenta de que la tienes delante, torrencial en sus palabras y en sus ojos bailan, se apasionan, miran, escrutan, definen, retratan, como si fueran un caleidoscopio de una vida nacida en la gallega Orense, que conoció el mar en preadolescencia, que se casó con un andaluz y que tiene dos hijos Mar y Damián de 12 y 16 años, y un objetivo al que no está dispuesta a renunciar a ningún precio:
«Me he empeñado en conseguir el reconocimiento de pintura… Sé que hay que ir paso a paso, pero estoy volcada en ello. Estuvo muy bien la exposición en el Centro Cultural Luis Rosales, de Cercedilla, y ahora la que tengo en la Vinoteca Bouquet, en Mataelpino; pero mi objetivo es, de momento Madrid».


¿Cuando descubrio su vocación?
Soy outodidacta. Empecé, como muchos, con los lápices de colores. ¿Alpino, no…? Fui profundizando, estudiando, viendo, leyendo , hasta que me di cuenta de que necesitaba más, y me da clases Álvaro Gómez Sellés.
Veo en sus cuadros motivos muy diferentes: paisajes, alguna marina, aunque usted es de tierra adentro…
Sí, pero me encanta el mar, aunque Orense no lo tenga. Es curioso, pero lo conocí con diez años, que me llevó mi padre, y me impresionó muchísimo. Yo creo que lo tengo grabado y probablemente sea lo que espere en algunos de mis cuadros. Pero sí, me encanta el mar, y cuando paso tiempo sin ir es como si me faltara algo.
El conjunto de su exposición para influenciada por distintos artistas…
No, no, yo nunca me baso en otros artistas. Hombre, me imagino que hay cosas que tengo en la mente. El Guggenheim, por ejemplo, que he recogido en un cuadro o de pronto extraigo de la mente una composición de dos copas, una medio llena, otra vacía…
¿Acaso es que para usted la pintura es un estado de ánimo?
La pintura para mí es… vida. El estado de ánimo influye, claro que influye… en la elección del tema, en la utilización de los colores…
Fíjese, el cuadro de las bailarinas al borde del mar: los grises y sepia denotan un estado de ánimo.
Vístase de pintora, enfúndase en la bata llena de pintura, y hablemos de colores…
Me gustan los azules claros y los morados.
¿El negro…?
Es el más difícil.
¿Cuando está deprimida…?
Los grises…
¿Y si está alegre…?
El malva es la expresión de mi alegría.
Pinta más, sin embargo, con colores oscuros…
Sí, es cierto. No sé si tiene que ver con mis orígenes orensanos… Pero tengo tendencia a la oscuridad.
¿Y el retrato…?
¡Puff…! Supongo que me acabaré atreviendo. Hay mucha gente que me anima a ello, pero le tengo demasiado respeto a la pintura como para intentar algo sin estar segura. Prefiero composiciones, los bodegones, por ejemplo…
¿Alguna vez ha dado un brochazo y ha tachado una obra?
Una vez. Es decir, corregir, claro que he corregido, pero renunciar a un proyecto una sola vez. Por cierto, lo taché con un par de brochazos cuando se dio la vuelta el profesor…
En aquel lienzo terminé pintando unas hortensias.
¿Su obsesión por el aluminio?
No, no es obsesión. Es que tanto el Guggenheim como las bodegas riojanasme parecen deslumbrantes. Y necesitaba volver la impresión que me producían en un cuadro. Si me lo permite, algo así como «mi versión».
Esposa, madre, pintora…
Saco tiempo de donde puedo. Hasta media mañana es complicado, por que estoy pendiente de mis dos hijos…Pero luego me quedo sola y es tiempo para pintar…
¿Qué le dicen sus hijos?
Mar, la mayor, es crítica; y Damián, ha sacado una vena creativa y ya ha pintado tres cuadros para el colegio…
¿Y su marido?
Damián me ha apoyado siempre. Si me ve contenta, él también lo está…
Obras Destacadas














































































Carmen Alonso
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